Una de las premisas del Pensamiento Positivo es que cuando quieres cambiar tus circunstancias primero tienes que cambiar tu forma de pensar, justo al revés de lo que solemos hacer. Este es uno de los puntos de vista más eficaces y revolucionarios para mejorar el diálogo con uno mismo, y poder introducir cambios profundos en nosotros mismos, mejorar la salud y también crecer a nivel humano y profesional.

El axioma central del Pensamiento Positivo es que nuestra mente evoluciona y se desarrolla, creando nuestra experiencia del mundo. Hace hincapié en la meditación, la concentración en pensamientos de bienestar, la autoestima mental, y el agradecimiento.

Si bien hay personas que por naturaleza son entusiastas y optimistas, hay otras ven la vida con unas gafas negras, esta característica puede modificarse. Sólo una cuarta parte del optimismo de una persona depende de su genes; las otras tres cuartas partes pueden desarrollarse. Así pues, no se trata de ser optimista sino de querer serlo. Querer o no querer, esa es la cuestión.

Los seres humanos solemos utilizar en forma correcta solo un 10 % de nuestra energía mental. El resto se pierde en pensamientos negativos o poco saludables. Esas energías subyacentes constituyen un enorme potencial, a la espera de producir las vibraciones positivas que crean las cosas buenas que deseamos de la vida.

El Pensamiento Positivo brinda distintas estrategias y herramientas para que podamos convertirnos en el mejor y más entusiasta creador de nuestro propio destino, y abre las puertas a esta energía que nos lleva a la superación y al éxito personal.

Abraham Lincoln, sostenía que las personas son tan felices como se deciden a serlo. La decisión más importante de nuestras vidas no es otra que la de perseguir nuestra felicidad y esto se logra a fuerza de cultivar el hábito de ver el lado bueno de cada cosa.